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martes, 9 de octubre de 2012

Una familia formada al calor de Don Bosco


La historia de los Serrano-Nuila parece extraída de una novela entretejida con hilos salesianos. 

Genaro y Martha María (los papás) nos conocimos en el Colegio Santa Cecilia, en el grupo Juventud 75. Nos presentó el Padre Guillermo Peralta, quien desde un principio se convirtió en nuestro “cupido”. En 1979, un corto noviazgo. En 1980, Martha María se trasladó a Tegucigalpa. María Auxiliadora y Don Bosco se empecinaron en hacer realidad el dicho salvadoreño: “La pedrada que es tuya nadie te la quita”. En marzo de 1988 un encuentro en Santa Tecla dio la pauta para comenzar un noviazgo formal. Genaro viajaba cada sábado hasta Tegucigalpa, donde permanecía unas horas y regresaba a San Salvador.

El 30 de diciembre de 1989 nos casamos, con más diferencias que coincidencias, con la vocación salesiana casi como único factor común entre ambos. Descubrimos por qué los cuentos de hadas terminan en boda. Nadie investiga la veracidad o las dificultades para construir el “vivieron felices…”. La misa dominical, la cercanía a la vida sacramental y el consejo oportuno del padre Alfonso Evertsz fueron nuestra ayuda certera. Cuando hay diferencias, es María Auxiliadora quien consigue el vino tinto para reinventar el amor que mata “la incompatibilidad de caracteres”, que para otros sería divorcio.

Nuestras hijas llegaron despacio para ser disfrutadas en todas sus etapas. Una por cada mundial de fútbol: Italia’90 nos dejó a Marthita; Estados Unidos ’94 nos trajo a Suyapa y Francia ’98 a Maycita. Su llegada nos permitió construir un ambiente de acogida, la casa se llenaba de jóvenes de diferentes edades, de cantos, de risas, de cuentos, de grupos de estudio, de pleitos… Entramos en un mundo de piyamadas, piñatas, almuerzos, paseos y retos. Recordamos las tablas de multiplicar, los verbos, la historia colonial y el ambiente del Movimiento Juvenil Salesiano con sus campoboscos y retiros. Ya superamos los “primeros novios”, las malas calificaciones, los cambios de humor y la adolescencia sin nalgadas, con sistema preventivo… A lo largo de 23 años de matrimonio el perdón ha sido clave. Un fin de semana típico es repartir niñas, supermercado, anécdotas, los mismos chistes de papá, películas, playa, juegos de mesa… Las fiestas salesianas son como los cumpleaños.


En la vida diaria Marthita es protectora, responsable, preocupada por todos; Suyapa es cariñosa, deportista y artista (las paredes de la casa están decoradas con sus cuadros); Maycita es juguetona, risueña, devota, nos anima a la oración. Tenemos una pequeña pizarra donde durante años se ha escrito cada semana una frase de Don Bosco o acorde al tiempo litúrgico. Este año Maycita solicitó escribirla ella. La abuela May es el cariño, el consejo, la experiencia y el refugio.

El Colegio Santa Cecilia es factor común para la familia: parroquia, centro de Cooperadores, escuela para aprender y formarnos, sede del Movimiento Juvenil Salesiano, patios para jugar y hacer apostolado.
Somos una familia cristiana normal con luces y sombras, tratando de construir una Iglesia dómestica, en busca de la felicidad. ¿Quién dijo que no se puede, si es Cristo quien nos fortalece?