No hay fórmula exacta para garantizar el éxito de la vida en pareja. Lo que existe son sencillas propuestas generales para fomentar la armonía en la vida de pareja, partiendo siempre de la igualdad de derechos de sus miembros.
La primera actitud que se ha de adoptar es identificar todo aquello que conviene evitar y también lo que debemos hacer cuando surgen los desencuentros. Comencemos por crear un ambiente en el que queden desterrados los silencios con significados negativos, los enfados soterrados y los rencores acumulados. En su lugar, hablemos.
Hablemos, no esperemos que el otro adivine lo que quiero, lo que me pasa, lo que siento en ese momento. De no hacerlo, no espere que el otro me trate como yo quisiera, como yo espero, no lo sabe y por tanto no puedo culparle. Soy yo quien ha de mostrar estos sentimientos.
Nunca acumular, tener guardados los desaires, enfados, reproches, faltas de respeto… Hay que comentarlos de forma relajada y en el momento oportuno.
Nunca renunciar a formular nuestras quejas, necesidades y querencias de forma clara, concisa y directa.
No utilizar nunca la ironía, el sarcasmo, la crítica destructiva, el grito, el insulto, la ridiculización, la descalificación cuando nos dirijamos a la otra persona.
Nunca relegar las relaciones sexuales a un plano secundario. Son imprescindibles para el mantenimiento del compartir, de la confidencialidad, del mantenimiento de la ilusión.
Nunca faltar el respeto a la otra persona.
Lo que si debes hacer:
*Respetar los espacios propios del otro.
*Evitar el egoísmo: Aprender a aceptar las necesidades del otro y ayudarlo a satisfacerlas.
*Tolerarse, aceptarse (a sí mismo y al otro).
*Consultarse mutuamente para la toma de decisiones y tomarlas conjuntamente.
*Darse cuenta que una pareja es más que la suma de dos personas.
La primera actitud que se ha de adoptar es identificar todo aquello que conviene evitar y también lo que debemos hacer cuando surgen los desencuentros. Comencemos por crear un ambiente en el que queden desterrados los silencios con significados negativos, los enfados soterrados y los rencores acumulados. En su lugar, hablemos.
Hablemos, no esperemos que el otro adivine lo que quiero, lo que me pasa, lo que siento en ese momento. De no hacerlo, no espere que el otro me trate como yo quisiera, como yo espero, no lo sabe y por tanto no puedo culparle. Soy yo quien ha de mostrar estos sentimientos.
Nunca acumular, tener guardados los desaires, enfados, reproches, faltas de respeto… Hay que comentarlos de forma relajada y en el momento oportuno.
Nunca renunciar a formular nuestras quejas, necesidades y querencias de forma clara, concisa y directa.
No utilizar nunca la ironía, el sarcasmo, la crítica destructiva, el grito, el insulto, la ridiculización, la descalificación cuando nos dirijamos a la otra persona.
Nunca relegar las relaciones sexuales a un plano secundario. Son imprescindibles para el mantenimiento del compartir, de la confidencialidad, del mantenimiento de la ilusión.
Nunca faltar el respeto a la otra persona.
Lo que si debes hacer:
*Respetar los espacios propios del otro.
*Evitar el egoísmo: Aprender a aceptar las necesidades del otro y ayudarlo a satisfacerlas.
*Tolerarse, aceptarse (a sí mismo y al otro).
*Consultarse mutuamente para la toma de decisiones y tomarlas conjuntamente.
*Darse cuenta que una pareja es más que la suma de dos personas.
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