Así lo indicó el Santo Padre en este encuentro, luego de haberse reunido con sacerdotes y familias en la Catedral local. En un sentido discurso, el Papa señaló que "en algunos aspectos, el nuestro no es un tiempo fácil, sobre todo para vosotros, jóvenes".
"La mesa está puesta con tantos manjares, pero como en el episodio evangélico de las bodas de Caná, parece que falta el vino de la fiesta. Sobre todo, la dificultad para encontrar un trabajo estable cubre con un velo de incertidumbre el porvenir".
"Esta condición –continuó el Papa– contribuye a aplazar la toma de decisiones definitivas y repercute negativamente en el crecimiento de la sociedad, que no consigue valorizar plenamente la riqueza de energías, de competencia y creatividad de vuestra generación".
"También falta el vino de la fiesta en una cultura que tiende a prescindir de criterios morales claros: en la desorientación cada uno se siente empujado a moverse de forma individual y autónoma, a menudo solo en el perímetro del presente".
Así, prosiguió el Santo Padre, "también las decisiones fundamentales adolecen de fragilidad y están expuestas a una perenne revocabilidad que a menudo se considera expresión de libertad, mientras que señala más bien su carencia".
"Pertenece a una cultura privada del vino de la fiesta también la aparente exaltación del cuerpo, que en realidad banaliza la sexualidad y tiende a hacerla vivir fuera de un contexto de comunión de vida y de amor".
El Papa hizo luego una enérgica y afectuosa exhortación: "¡queridos jóvenes, no tengáis miedo de afrontar estos desafíos! No perdáis jamás la esperanza. Sed valientes, también en las dificultades, permaneciendo firmes en la fe".
"Estad seguros de que, en toda circunstancia, sois amados y custodiados por el amor de Dios, que es nuestra fuerza. Por esto es importante que el encuentro con Él, sobre todo en la oración personal y comunitaria, sea constante, fiel, precisamente como el camino de vuestro amor: amar a Dios y sentir que Él me ama".
"Nada os puede separar del amor de Dios. Estad seguros, además, de que la Iglesia os apoya y no deja de miraros con gran confianza", aseguró.
La Iglesia Católica, dijo luego Benedicto XVI, "sabe que tenéis sed de valores, los verdaderos, aquellos sobre los que vale la pena construir vuestra casa. El valor de la fe, de la persona, de la familia, de las relaciones humanas, de la justicia. No os desaniméis frente a las carencias que parecen apagar la alegría en la mesa de la vida".
"Vivís un tiempo único que os abre a la maravilla del encuentro y os lleva a descubrir la belleza de existir y ser preciosos el uno para el otro (...) Vivid este camino con intensidad, gradualidad y verdad".
"Quisiera deciros, ante todo, que evitéis cerraros en relaciones intimistas, falsamente tranquilizadoras: haced, en cambio, que vuestra relación se convierta en levadura de una presencia activa y responsable en la comunidad".
El Papa explicó también que "todo amor humano es señal del Amor eterno que nos ha creado y cuya gracia santifica la decisión de un hombre y una mujer de entregarse recíprocamente en la vida del matrimonio. Vivid el noviazgo en la esperanza confiada de ese don que hay que acoger recorriendo un camino de conocimiento, de respeto y atenciones que no debéis perder nunca".
Por ello es necesario que los jóvenes se preparen adecuadamente para "elegir con convicción el ‘para siempre’ que connota el amor: la indisolubilidad, antes que una condición, es un don que hay que desear, pedir y vivir, más allá de cualquier mutable situación humana".
"La fidelidad y la continuidad de vuestro amor os harán también capaces de abriros a la vida, de ser padres (...) Fidelidad, indisolubilidad y transmisión de la vida son los pilares de toda familia, verdadero bien común, patrimonio precioso para toda la sociedad".
Desde ahora, continuó el Pontífice, "fundad sobre ellos vuestro camino hacia el matrimonio y dad testimonio de él también a vuestros coetáneos: ¡es un servicio precioso! Sed agradecidos a cuantos con compromiso, competencia y disponibilidad os acompañan en la formación: son signo de la atención y del cuidado que la comunidad cristiana os reserva. No estáis solos: buscad y acoged en primer lugar la compañía de la Iglesia".
"La experiencia del amor conlleva la tensión hacia Dios. El verdadero amor promete el infinito. De este modo haced que este tiempo de preparación al matrimonio un itinerario de fe: redescubrid para vuestra vida de pareja la centralidad de Jesús y el caminar en la Iglesia".
María, recordó el Papa Benedicto, "nos enseña que el bien de cada uno depende del escuchar con docilidad la palabra del Hijo. En quien se fía de Él, el agua de la vida cotidiana se transforma en el vino de un amor que hace buena, bella y fecunda la vida. Caná, efectivamente, es el anuncio y anticipación del don del vino nuevo de la Eucaristía, sacrificio y banquete en el que el Señor nos alcanza, nos renueva y nos transforma".
Por ello, dijo el Papa, es importante no descuidar "la importancia de este encuentro; que la asamblea litúrgica dominical os encuentre plenamente partícipes: de la Eucaristía brota el sentido cristiano de la existencia y una forma nueva de vivir".
"Entonces no tendréis miedo de asumir la comprometida responsabilidad de la elección conyugal; no temeréis entrar en este ‘gran misterio’, en el que dos personas se hacen una sola carne", concluyó.
fuente: ACI prensa
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